Otra vez siento las puntas de mi cabello rozar mi piel. Puedo sentir esas finas hebras caer tristemente en mi cara, en mis hombros y al suelo.
Siento de nuevo el frío en mis manos. Veo con melancolía cómo el hermoso cielo azul se nubla, para inhundar con su lluvia mi mente.
El dolor ya está en mi cabeza, con ese punzante ir y venir. Con esa estaca que se clava intensamente una y otra vez en mi cerebro.
Mientras el pesar acudía a los solitarios rincones de mi casa y se desplazaba al ritmo de las canciones, junto con el aire frío que ha llenado a éste lugar, las palabras fluyeron.
...
No quiero volver a besarte si no habrá nada entre nosotros. No quiero besarte y darte eso que anhelas, porque si no te lo doy regresarás otro día. Entonces en la siguiente ocasión tampoco llenaré tu deseo, para que vuelvas a intentarlo después. Y no cederé para que vuelva a haber una próxima vez, hasta el día que ya no resista y tu sueño se vuelva el mío; o hasta que alguien más cumpla tu capricho y cumpla contigo a la hora, el día y la manera en que tú quieras.
El problema es que yo sí te querré de verdad y lastimarás mi corazón. Me dolerá mucho.Pero un día regresarás porque no habrás cumplido realmente tu objetivo...
Tú me lastimarás, yo te lastimaré. Volverá a dolerme, y también a ti te dolerá... Asi sucederá una y otra vez. Un ciclo que solo acabará cuando tu encuentres a alguien que calme tus ansias y tú las suyas. Solo acabará cuando yo encuentre a alguien que calme mis ansias y yo las suyas. Solo acabará cuando no nos volvamos a encontrar; cuando nos dejemos de buscar.
El día que nos dejemos de soñar habrá un final.
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