Después de ayer todo cambió...
Parecía un martes 13 normal. ¿El martes 13 es de buena o de mala suerte? Yo lo tomé como número de buena suerte.
Aunque pensándolo bien, fue un día confuso(: Llegué tarde, pero me la pasé bien. Reí como estúpida, porque a falta de dormir, mi alma se vuelve vulnerable a ser lastimada cien veces más o de ser cien veces más simple.
Dibujé el retrato de la vaca, los taxistas bloquearon Insurgentes , hmmm, la fila para comprar UN boleto del metro parecía no tener fin, no pude reinscribirme en mis cursos de alemán... Wow, eso más que un día confuso, parece un martes 13 de M A L A S U E R T E.
No No No
No puedo tolerar que lo llamen asi. Porque hmmm. Y porque me metí en el primer vagón del metro. Fue una aventura poder entrar, todos me aplastaban. Habia una pareja besuqueándose a mi lado izquierdo, y a la derecha una señora con su hija.
Unas estaciones después, tuve la oportunidad de estar en primer fila del primer vagón. Osea, pegada a la puertita que tiene la ventana para ver al super conductor, y había un chico muy guapo frente a mi. Sí, aparte de otras personas, ese chico me hizo el día:D tan solo por verlo. Tenía algo tranquilizador.
Luego me inspiré a volver a tiempos de antaño. Regresé a los años en los que usaba un vestido azul y zapatitos blancos para salir, y nadie me veía con ojos de pecado¬¬. Cuando mi cabello era masomenos como lo uso ahora: corto.
Me sentí como si volviera a ser esa pequeña niña de cinco años, solo que en lugar de ir de la mano de mi madre, iba sola. En una de esas misteriosas aventuras de hijos únicos que en falta de un hermano o una vecina que no rompa sus muñecas, se embarca en un universo de sueños y tierras inexplorables. Donde todos hablan con un mismo tono de voz y hacen lo que esperas. O si llegan a actuar de manera diferente, te las ingenias para salir victorioso.
Todo eso inspirado por la maravillosa carrera de luces y colores bajo los pies de la gente(:
¿Alguna vez has mirado por esa ventanita mientras el metro avanza?
Yo lo hice. Y descubrí que el metro no es tan veloz como parece serlo cuando vemos las paredes. Al menos desde mi punto de vista, parecía ir rápido. Ahora no. Es algo muy bonito. Me sentí en una especie de montaña rusa, pero cursi. Con esos colores de neon y las vías oscuras. Pude ver cómo nos acercábamos a esas curvas tan emocionantes, que vistas desde el vagón solo nos hacen tambalear y movernos vergonzosamente, pero a mi me hicieron imaginar aún más y esperar con ansias lo que vendrá luego. Más curvas. De pronto, se ve un cuadro amarillento que crece. Crece, crece, crece... Hasta que una luz casi cegadora revela la llegada a otro destino. Baja gente, sube nueva.
Suena una campana, avisa que volveremos a ese túnel. Parece un túnel igual que el otro, pero éste no tiene tantas vueltas. Va más rápido que antes. Llegamos al destino final. Baja para tomar tu camión, y vuelve a tener 18.
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