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domingo, 26 de septiembre de 2010

Centésima entrada.

26 de septiembre del 2010,Edo. Méx, México.
Mi muy querida Esther:
Ya no sé cómo estés, apesar de vivir en la misma casa. No nos llevamos tan bien como antes, pero creo que lo podremos solucionar. Hemos vivido grandes cambios y situaciones tensas. Todas superadas.
Aunque ésta vez, me temo que es la más peligrosa y difícil. Te necesito, te extraño como nunca. Me gustaría tanto regresar a ti.
Eres de las pocas razones por las cuales me mantengo viva, y también me diste una razón más, mi hermana. Eres una gran inspiración. Con todas nuestras diferencias y peleas, pero eres toda una motivación.
¿Sabes? He estado llorando mucho, y no sé si tú lo sepas; pero te lo digo ahora, porque estoy cayendo cada vez más y más. Estoy metida en un problema grave, necesito que me ayudes por favor.
Quiero que me abraces, y me digas que todo estará bien. ¿Recuerdas esos días? ¿Recuerdas cuando vivíamos en la capital?
Yo los tengo en mi memoria, como si hubieran ocurrido la semana pasada. Esos momentos terribles, en los que solo éramos tú y yo el único apoyo que existía, pero ahora hay más personas. Personas que cambiaron nuestras perspectivas, que de cierto modo no supimos controlar y nos alejamos.
Solo para poder estar entre tus brazos, acurrucada en tu vientre y sintiendo tus manos en mi cara, me gustaría regresar a ese tiempo; pero sólo por eso.
El problema es que no estoy muy alejada a esos días. Aún me siento culpable. Culpable por todo: por lo que te pasa, por lo que me pasa, por lo que les pasa a los demás. Desearía tener un día solita contigo; sin celulares, sin hermana, sin papá. Solas como antes. Platicar "largo y tendido", llorar sin que nadie se moleste, ser tan transparentes como nuestras lágrimas.
Quiero ser honesta, sincera contigo. Quiéreme como antes, porque ya no siento que estemos igual.
Me gustaría volver a platicar contigo, desinhibida; mientras me escuchas y me das tus mejores consejos. Me gustaría volver a "jugar" contigo; mientras yo arreglaba muñecas y tú te quedabas dormida.
¿Puedes volver? ¿Puedo acompañarte?
Quiéreme, por favor. Dime princesa, despiértame con un beso y tu mano rozando mi cara.
Te extraño demasiado.
Te quiero y te amo,
Thalía

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